El presidente estadounidense, Joe Biden, aterrizó este domingo en Río de Janeiro para participar a partir de mañana en su última cumbre del G20, que estará centrada en la lucha contra la crisis climática y la conservación de la biodiversidad de tesoros naturales como la Amazonía.
Biden llegó acompañado del secretario de Estado, Antony Blinken, después de haber participado en la reunión del Foro de Cooperación Económica de Asia-Pacífico (APEC) en Lima y haber visitado hoy durante unas horas Manaos, en el corazón de la selva amazónica.
En un gesto que precede a su participación en la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de las principales economías y países en desarrollo, Biden anunció que EEUU elevará a $100 millones de dólares su aportación al Amazon Fund, una iniciativa promovida por el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva.
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Este monto es inferior a los 500 millones de dólares comprometidos por Washington en 2023 a lo largo de cinco años, aunque un funcionario de la Casa Blanca que forma parte de comitiva presidencial confió que si Trump "viene a Amazonas y ve con sus propios ojos la sequía y lo que está pasando puede que cambie de opinión sobre el cambio climático" y aporte los 400 millones restantes de ese compromiso.
Biden sobrevoló antes de llegar a Río de Janeiro zonas de la Amazonía afectadas por la desforestación e hizo una declaración desde el Museo de la Amazonía.
El gobernante estadounidense dijo que le dejará a su sucesor, Donald Trump, unas "bases sólidas" sobre las que podrá seguir desarrollando la agenda verde de su Gobierno, pero advirtió de que los cambios en materia de transición energética son irreversibles.
"Algunos pueden querer retrasar o detener la revolución energética, pero nadie podrá revertirla", dijo Biden en el Museo de la Amazonía, un jardín botánico situado en la reserva forestal Adolpho Ducke, uno de los santuarios ambientales más importantes de Brasil.
Biden llega con la difícil tarea de hablar del futuro con la certeza, que preocupa a muchos de sus homólogos, de que la llegada de Trump al poder en enero revertirá muchas de las políticas que ha puesto en marcha en estos cuatro años de mandato en materia de transición energética, apoyo de Ucrania frente a Rusia o contención dialogada de China.