WASHINGTON - Detrás de la imputación del expresidente Donald Trump por los papeles clasificados hallados en su mansión de Mar-a-Lago hay un hombre clave, Jack Smith, que antes de ser designado como fiscal especial para investigarlo ejercía como fiscal de La Haya para crímenes de guerra en Kosovo.
Su nombre dio un salto al primer plano de la esfera pública el pasado noviembre, cuando el fiscal general de Estados Unidos, Merrick Garland, anunció que le encargaba las pesquisas sobre la implicación de Trump en el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021 y sobre la sustracción de los documentos clasificados, caso por el que el exmandatario afronta ahora 37 cargos penales.
Smith, que acaba de cumplir 55 años, empezó su carrera en 1994 como asistente del fiscal de distrito del condado de Nueva York y cinco años más tarde pasó a ser el ayudante del fiscal federal para el Distrito Este neoyorquino.
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En ese último puesto investigó durante nueve años violaciones a los derechos civiles.
Estuvo involucrado en el enjuiciamiento al policía Charles Schwarz, condenado por torturas a un inmigrante haitiano, y en la condena al narcotraficante Ronell Wilson, declarado culpable igualmente, en su caso por el asesinato de dos agentes neoyorquinos que operaban de incógnito.
Licenciado en Derecho por la Universidad de Harvard, Smith destacó desde el principio de su carrera.
Estaba más concentrado que el resto de sus compañeros, según publicó esta semana el diario The New York Times, y era conocido por un estilo sucinto y efectivo en la corte.
"Tenemos un conjunto de leyes en Estados Unidos y estas se aplican para todo el mundo. Mi equipo buscará que se celebre un juicio rápido", dijo este viernes cuando compareció brevemente ante la prensa después de que se conociera el escrito de imputación contra Trump por los documentos clasificados que se llevó de la Casa Blanca al dejar el poder en 2021.
Smith está acostumbrado a la presión. De 2008 a 2010 trabajó como coordinador de Investigaciones en la Oficina del fiscal de la Corte Penal Internacional, supervisando así crímenes de guerra, y en 2010 volvió al Departamento de Justicia para estar al frente hasta 2015 de su unidad de Integridad Pública.
Entre sus casos más destacados de corrupción, según el New York Times, fue la condena contra el exgobernador de Virgina, Robert McDonnell, anulada después por la Corte Suprema, o contra el exlegislador de Arizona, Rick Renzi, indultado por Trump en el ocaso de su presidencia.
"Si fuera el tipo de persona que puede ser arrinconada buscaría otro trabajo", afirmó el ahora fiscal especial en 2010, un año antes de su boda con la cineasta Katy Chevigny, productora del documental "Becoming", sobre la exprimera dama Michelle Obama.
Smith volvió a La Haya en 2018, esa vez como nuevo fiscal jefe del tribunal especial encargado de enjuiciar los crímenes de guerra en Kosovo.
En ese momento se destacó que su amplia experiencia le iba a permitir dirigir las investigaciones de la fiscalía especializada y cualquier proceso penal que surgiera de ellas.
Y en 2022 le llegó una de las peticiones más importantes de su carrera, la que puso a Trump en su punto de mira.
En estos meses él y su equipo interrogaron a funcionarios de la Casa Blanca, ayudantes de Trump y personal de su mansión de Mar-a-Lago en Florida, hasta llegar a la conclusión anunciada este jueves, que imputó al exmandatario, entre otros cargos, por retención ilegal de secretos del gobierno, obstrucción a la justicia y conspiración.
Trump, que deberá comparecer ante una corte en Miami el próximo martes, reiteró esta semana que es víctima de una "caza de brujas" sin precedentes. Smith subrayó este viernes a su vez que nadie está por encima de la ley.
Esa tenacidad en el terreno profesional se aplica también a su vida personal.
Ha terminado más de 100 triatlones y al menos nueve Ironman en distintos países, incluidos Alemania, Brasil y Canadá, a pesar de afirmar en 2018, según recuerda el diario The Washington Post, que hasta mediados de sus 30 no podía ni hacer un largo nadando.