SAN ANTONIO - En el juicio contra el sospechoso de asesinar a una joven porrista finalizó la etapa de deliberación.
Un jurado en el Tribunal de Distrito 144 encontró a Mark Howerton, de 27 años, culpable del delito menor incluido de agresión agravada contra Cayley Mandadi, de 19 años, estudiante de segundo año de la universidad y animadora de la Universidad Trinity. Respecto al supuesto crimen, el jurado lo declaró no culpable de asesinato.
El juicio inicial, celebrado en diciembre de 2019, resultó en un juicio nulo cuando un jurado no pudo llegar a un veredicto unánime. Howerton ha elegido que su castigo sea determinado por el juez presidente del caso, el juez Michael Mery.
Se ha programado una audiencia de sentencia por separado para dentro de dos semanas. Howerton se enfrenta a una pena de entre 2 y 20 años.
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La causa de muerte
En los documentos de la corte se detalló que Mandadi murió el 31 de octubre de 2017, luego de ser desconectada de la máquina que la mantenía con vida.
Una autopsia reveló que su muerte fue a consecuencia de fuertes golpes en la cabeza y el rostro, resultando en la formación de un gran hematoma que causó inflamación cerebral y una hernia del cerebro.
El día de los hechos
Mark Phillip Howerton, de 22 años, supuestamente había llevado a la adolescente dos días antes al hospital Seton Edgar B. Davis de Luling, Texas. Las autoridades revelaron que la joven estaba inconsciente al momento de llegar al hospital, desnuda de la cintura hacia abajo, tenía moretones en el cuello y las piernas, y estaba sangrando de sus genitales.
En un cuestionamiento inicial, Howerton declaró a los investigadores que conocía a la víctima desde hacía ocho meses y que tenía una relación sentimental con ella. Él aparentemente tenía los nudillos enrojecidos - comúnmente visto cuando alguien golpea a otra persona con el puño - y rasguños en los brazos.
Añadió que antes de llevarla al hospital, ambos habían asistido al festival musical Mala Luna en el estadio Nelson Wolff de San Antonio, donde ingirieron alcohol y una droga conocida como “Molly”. Mientras estaban en el festival, la pareja aparentemente se encontró con el exnovio de Mandadi, por lo que se retiraron del lugar y comenzaron a discutir en el auto del sospechoso, de acuerdo a la declaración jurada.
Howerton aseguró que después comenzaron a conducir hacia el área de Houston, pero se detuvieron en el estacionamiento de una gasolinera, donde supuestamente tuvieron relaciones sexuales con cierto nivel de fuerza, pero consensual. La adolescente después aparentemente dijo que no se sentía bien, perdió el conocimiento y dejó de respirar, por lo que el sospechoso decidió llevarla al hospital, agregó la declaración.
El documento destacó que una de las enfermeras determinó que Mandadi ya no registraba actividad cerebral, que el daño parecía ser demasiado para una recuperación, y que la paciente tenía muerte cerebral.
Un examen además detalló que la joven estaba cubierta con marcas rojas, moretones y raspones de pies a cabeza, tenía ambos párpados hinchados, y los genitales inflamados y con abrasiones. Añadió que las únicas zonas de la víctima libres de heridas eran la espalda y la parte posterior de las piernas, y que las lesiones eran consistentes con una violenta y física agresión sexual, según la declaración.
La investigación
Luego de interrogar a varios compañeros de universidad de la adolescente y a su exnovio, los investigadores descubrieron que Howerton presuntamente había destruido la habitación universitaria de la víctima en septiembre, la había amenazado con lanzarla desde el balcón, y le había golpeado la cabeza contra la ventana de un alto en al menos una ocasión. Trinity University habría girado después una orden que no le permitía al sospechoso visitar el campus en al menos un año.
Los amigos del sospechoso supuestamente les declararon a las autoridades que él usaba drogas y las vendía entre los estudiantes. Uno de ellos agregó que Howerton le confesó que les había mentido a los detectives en su testimonio inicial.
La declaración jurada finalmente detalló que el historial de llamadas del teléfono de la víctima mostró evidencias que no coincidían con las declaraciones del sospechoso.