MÉXICO - Cuando creían que todo estaba perdido, que nadie se había acordado de ellos, sonó la campana y con ella llegó la alegría de la Navidad.
Los pequeños se formaron con carita de incertidumbre y curiosidad, que instantes después se tornaron en ilusión y alegría.
Con voz que solo puede provenir de la dicha, niñas y niños cantaron para romper la piñata, gozaron cada golpe, apoyaron a sus compañeros y se aventaron deseando agarrar muchos dulces.
Luego vino otro episodio de alegría.
Los jóvenes que encabezaban “la campaña de la felicidad” les llevaron bolsitas con caramelos y peluches hasta ese rincón de la huasteca potosina, donde los juguetes comúnmente no existen.
Quienes encabezaron esta actividad reunieron los obsequios. Desde meses antes, hicieron una colecta en la que invitaron a la gente a donar los peluches que les habían regalado sus exparejas.
El resultado de esta obra enchinó la piel de todos los asistentes..
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"Mis amiguitos y yo nos sentimos muy felices", expresó Lupita.
La pequeña Melisa no tuvo palabras, pero solo bastaba ver el brillo en sus ojos, abrazada a su changuito y su pelota.
- ¿Cómo te sientes... - "feliz”, dijo Melisa.
Con el mismo entusiasmo, Santiago no esperó ni un solo momentó para estrenar su regalo con una cascarita de fútbol.
"Me pareció muy divertida y pude hacer actividades que antes no podía hacer con mis compañeros", dijo Santiago.
Y así, sin lujos, tecnología o grandes cosas, los menores disfrutaron al máximo del tiempo y el cariño que fue su mejor regalo.
