Rodeados de destrucción, los familiares de una víctima del sismo lloraban su muerte el miércoles en refugios temporales y bajo temperaturas gélidas en las montañas en el noroeste de China.
El sismo del lunes por la noche derrumbó casas y dejó al menos 134 muertos, así como más de 900 heridos, según medios chinos. La mayoría de las muertes se reportaron en la provincia de Gansú, y las demás en la provincia vecina de Qinghai.
En la oscuridad antes del amanecer, Ma Lianqiang estaba de pie junto al cuerpo de su esposa fallecida, envuelto en mantas en un refugio temporal similar a una carpa iluminado apenas por una única luz en el techo. Su esposa fue golpeada y sepultada por escombros en la casa de su madre, donde se estaba quedando porque estaba enferma.
Ma y otros miembros de su familia sobrevivieron pese a los extensos daños en su casa en Yangwa, un pueblo en la provincia de Gansú. Su padre sacó de los escombros al hijo de Ma, que sufrió heridas en la espalda. Su tío dijo que habían oído el terremoto, y después la casa empezó a derrumbarse.
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“Nos arrastramos fuera asustados”, dijo el tío, Ma Chengming.
Casi 15.000 casas colapsaron y unas 87.000 personas fueron realojadas en Gansú, según dijo un funcionario provincial en una conferencia de prensa el miércoles. Muchos pasaron la noche en carpas distribuidas en la zona mientras la temperatura caía muy por debajo de cero grados Celsius.
Al norte, los investigadores en Qinghai buscaban a 13 desaparecidos en una zona donde aludes de tierra habían golpeado casas, según medios estatales.
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En Gansú, las autoridades dijeron en una conferencia de prensa que la operación de búsqueda y rescate básicamente se había completado para media tarde del martes. La cifra de muertos de la provincia seguía sin cambios en 113, y la de heridos subió a 782. Junto con los 198 de Qinghai, eso elevaba a casi un millar el total de heridos.
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Wanqing Chen y Yu Bing contribuyeron a este despacho.