ISIOLO, Kenia — En la reserva nacional de Shaba, en el centro de Kenia, además de las jirafas masái, las cebras, los impalas o los leopardos, una nueva especie se ha apropiado del parque: las langostas.
"De repente llegó una nube enorme que hasta tapaba el sol", comentan los guardabosques en la puerta de entrada.
"Mingi, mingi". Allá a quien preguntes en este parque de safari, siempre surge ese "muchas, muchas" en suajili, y es que las langostas —unos insectos voladores parecidos a los saltamontes que viajan en manada, causando gran devastación a las zonas verdes que invaden— han venido a millones.
A Philip Githonga, la llegada le pilló trabajando en esta reserva natural: "Fue como en las películas, parecía una nube enorme de polvo que no dejaba ver la luz".
Esta "nube enorme" es una de las bandadas de la gran plaga de langostas del desierto que asola hasta ahora parte de Somalia, Etiopía y Kenia.
"Es la peor (situación) que tenemos registrada en los últimos 25 años en Somalia y Etiopía, y la peor en 70 años en Kenia", explica el asesor para alerta, acción, preparación y respuesta temprana de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Sergio Innocente.
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En el lugar donde Githonga sigue trabajando en la construcción de un decorado para una película en un parque que ya acogió el rodaje del famoso filme "Memorias de África" (1985), ya solo quedan los restos: decenas de langostas masacradas en el camino por el paso de un coche y una decena posadas en algunos arbustos.
Isiolo, donde se encuentra esta reserva, es uno de los ocho condados kenianos, del norte y del centro del país, que desde finales del año pasado viven el paso de estos insectos, que viajan en bandadas de hasta 150 millones de individuos y pueden recorrer hasta 150 kilómetros al día, es decir, que si quisieran, podrían llegar a Ciudad del Cabo (Sudáfrica) en menos de mes y medio.
El riesgo inminente, no obstante, es su cruce a Uganda y Sudán del Sur, dos países que vieron por última vez al animal hace 60 años.
Hace un año, la ONU alertaba de que, de las últimas siete temporadas de cultivo, solo ha habido una buena en esta región. Sin embargo, a mitad del año pasado, la suerte cambió y las lluvias parecían que iban a traer una temporada agrícola muy próspera.
"Cuando por fin comenzamos a ver una mejora en la situación, llegaron dos problemas: algunas inundaciones localizadas -que se pudieron contener, y derivaron simplemente en un cultivo tardío-, y ahora la invasión de langostas", indica el experto de la FAO.
Los efectos de la plaga aún no se pueden contabilizar, pero la FAO considera que, de momento, no hay un gran impacto en los cultivos, aunque si la situación continúa -lo que es muy probable que ocurra- sí corren peligro las cosechas de los próximos meses.
"La situación de seguridad alimentaria no está aún en riesgo, ya que estamos controlando la situación", aseveraba el recién nombrado ministro keniano de Agricultura, Peter Munya, desde el parque de Shaba.
Es una declaración que difiere de la versión oficial del Gobierno: hay riesgo de inseguridad alimentaria y de una "catástrofe ecológica", según un comunicado del Ejecutivo.
En Kenia, la mayor parte de la zona afectada es de pastoreo, por lo que en la corta distancia, como subraya el ministro, el riesgo no es inminente, pero "si el pasto se ve muy afectado, en el próximo mes ya estaremos viendo cómo se deteriora el estado del ganado, y eso puede llevar a un impacto inmediato de la seguridad alimentaria", agrega Innocente.